Amé a Fromm por su insistencia en el poder del amor: “La respuesta madura al problema de la existencia es el amor”. Fromm le dio al amor una especie de nobleza y estatura con la que resoné, argumentando que el amor es un arte, que requiere “conocimiento y esfuerzo”, en lugar de una “sensación agradable” que surge como una cuestión de casualidad, algo en lo que uno ‘cae’ si uno tiene suerte.